Usos y abusos de la Historia by Margaret MacMillan

Usos y abusos de la Historia by Margaret MacMillan

autor:Margaret MacMillan [MacMillan, Margaret]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2009-01-01T05:00:00+00:00


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Presentar la factura de la Historia

Cualquiera que haya tenido alguna vez una discusión y haya dicho: «Siempre haces eso», o «Confiaba en ti», o «Me debes una», está usando la historia para conseguir una ventaja en el presente. Y casi todos nosotros lo hacemos, desde los jefes de estado hasta los particulares. Damos vueltas a los acontecimientos del pasado para demostrar que siempre tendemos a portarnos bien y nuestros oponentes mal, o que normalmente tenemos razón y los otros se equivocan. Por tanto, ni que decir tiene, esta vez también estamos en lo cierto.

Cuando empezaron los problemas en Yugoslavia en los años noventa, todas las partes apelaron a la historia para justificar lo que estaban haciendo. Los serbios se retrataban a sí mismos como defensores históricos de la cristiandad contra el ataque musulmán, y liberadores de otros eslavos del sur como los croatas y los eslovenos. Los croatas veían el pasado de una forma muy distinta. Croacia siempre había formado parte de Occidente, del gran Imperio austro-húngaro y de la civilización católica, mientras que Serbia surgía del mundo atrasado y supersticioso de la ortodoxia. El gobierno de Serbia empezó a referirse a los croatas como Ustasha (nombre de la fuerza fascista de la segunda guerra mundial que masacró a serbios y judíos). La televisión serbia mostraba repetidamente documentales sobre los Ustasha, con la obvia advertencia implícita de que aquello podía ocurrir otra vez. El presidente de Croacia, Franjo Tudjman, comunista convertido en nacionalista, como Milošević, respondía con desdén. Los Ustasha habían cometido crímenes, desde luego, pero aun así eran «una expresión del deseo histórico de la nación croata de tener un hogar propio e independiente».

Las fuerzas serbias, que empezaron a atacar a los musulmanes bosnios sin mediar provocación alguna, intentaron justificar su agresión contándole al mundo que de nuevo estaban defendiendo al Occidente cristiano contra el Oriente fanático. No dejaron que se interpusiera en su camino el hecho de que los musulmanes bosnios no sólo fueran en su mayor parte laicos, sino también descendientes de serbios o croatas. Los nacionalistas serbios insistían en referirse a ellos como turcos o traidores a los serbios y a la Iglesia ortodoxa serbia. Los croatas, por supuesto, preferían ver a los musulmanes bosnios como católicos croatas apóstatas. (Curiosamente, el efecto de la guerra ha sido volver más devotos a muchos musulmanes de Bosnia).

Usar la historia para etiquetar o rebajar a los oponentes siempre ha sido una herramienta muy útil. La izquierda grita «¡fascista!» a la derecha, mientras los conservadores van etiquetando alegremente a los demás de estalinistas o comunistas. Estando de visita en Nueva York en 2005 Ariel Sharon, que entonces era primer ministro de Israel, tuvo que enfrentarse a unos manifestantes que le gritaban «Auschwitz» y «nazi» porque había desmantelado unos asentamientos judíos ilegales en la franja de Gaza. En enero de 2006, Hillary Clinton, que iniciaba entonces su campaña a la presidencia, atacó a la Cámara de Diputados, entonces dominada por los republicanos. «Cuando vemos cómo se ha gobernado este Congreso de



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